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Nacida en 1937 en Black Mountain, Carolina del Norte, Roberta Flack se formó inicialmente como pianista clásica. Sin embargo, su talento se expandió a la música popular, fusionando jazz, soul y música clásica en un estilo distintivo que la definió. Su voz, suave y expresiva, transmitía una profunda sensibilidad y autenticidad que resonaba con el público de todo el mundo.

Flack alcanzó la fama en la década de 1970 con éxitos como "Killing Me Softly With His Song", una canción que se convirtió en un himno generacional y le valió múltiples premios Grammy. Su capacidad para interpretar canciones con una intensidad emocional inigualable la convirtió en una artista muy solicitada, y su música fue versionada por numerosos artistas.

Más allá de su éxito comercial, Roberta Flack fue una figura importante en la cultura afroamericana. Utilizó su plataforma para abogar por la igualdad racial y la justicia social, y su música se convirtió en un símbolo de esperanza y resistencia. Su compromiso con la comunidad se extendió a su apoyo a diversas causas benéficas, demostrando su dedicación a mejorar el mundo que la rodeaba.

La noticia de su fallecimiento ha generado una ola de homenajes y recuerdos por parte de artistas, fans y medios de comunicación de todo el mundo. Roberta Flack dejó una huella imborrable en la historia de la música, y su legado seguirá inspirando a las generaciones futuras. Su música, llena de emoción y significado, continuará resonando en los corazones de quienes la escucharon y la amaron.

Su impacto en la música pop y soul es innegable. Flack demostró que la música podía ser tanto comercialmente exitosa como profundamente significativa, y su influencia se puede escuchar en el trabajo de muchos artistas contemporáneos. Su voz, su talento y su compromiso con la justicia social la convierten en una leyenda atemporal.

Roberta Flack se va, pero su música y su espíritu perdurarán. Una voz que nos acompañó a lo largo de los años, una artista que nos emocionó y nos inspiró. Descansa en paz, Roberta.